Acuario : la era expectante
ENTREGA XXV
ENCUENTRO DEL 'ANCIANO CUIDADOR DEL TIEMPO ', PITÁGORAS
Y EL CUERPO DEL 'HOMBRE QUE NO SABIA QUIÉN ERA' .
Pitágoras tomó asiento en la Librería como si estuviese acostumbrado a hacerlo, y halló la paz que aquella ciudad no le ofrecía. Miró al anciano y reconoció a su joven maestro en la Isla de Samos, con quien viajó por aquel tiempo a Egipto. El anciano lo miró y lo reconoció a su vez. Por su parte, el cuerpo del 'hombre que no sabía quién era' contemplaba, con expectación, la escena. El anciano sonrió plácidamente y dijo que volvería al instante, que aquella ocasión lo merecía, mientras subía la escalera por donde momentos antes había bajado. Cuando regresó trajo consigo un vaso con una bebida color ámbar que ofreció a PItágoras. El cuerpo del 'hombre que no sabía quién era' la degustó, atento. " ¡ Soma ! ¡Soma ! exclamó Pitágoras,con voz complacida, 'la bebida de los iniciados' ; ¡ igual a la que me dieron a beber los sacerdotes egipcios ! " .
El cuerpo sintió que sus vibraciones se elevaban y no quiso perder detalle de lo que ocurría en aquel encuentro.
El anciano sonrió, bondadoso, a la exclamación de su antiguo discípulo, y le contó la historia del Niño Gurú, como gustaba llamarlo, según dijo.
"Me hallaba cerca de una aldea muy pobre, en los tiempos en que recorría, de una plantación a otra de algodón, la Isla de Samos, con mis bandadas de gansos salvajes. Descansaba a la orilla de esa aldea, cuando vi a un niño que partía en dos un trozo de pan duro, con una piedra afilada, mientras hacía los gestos de colocarle adentro algunas cosas, antes de empezar a morderlo.' ¡ Muchacho ! ', exclamó, inquisitivo, ' qué le pones al pan ? 'El niño sorprendido, con los ojos muy abiertos, repuso : 'imaginación, señor, imaginación . . . '
Pitágoras percibió la relación profunda de la historia narrada con su exclamación anterior, y admiró la sabiduría de su antiguo Maestro.
El cuerpo, exaltado, exclamó que el 'soma' es el amor y que en toda bebida o comida hecha y ofrecida con amor había 'soma', que así recordaba haberlo oído al 'Anciano cuidador del tiempo'.
Pitágoras extrañado de que aquel cuerpo prestado no guardara silencio y que pudiera intervenir libremente en la conversaciòn, pensó, con añoranza, en su Academia, precedida justamente por la Musa del Silencio,y en las palabras que ante ella dirigía al alumno del primer grado de la enseñanza, los Acusmáticos: 'Esta imagen no se apartará un instante de tu mente mientras dure el período de tu noviciado'. Pero pensó enseguida que debían ser otros los tiempos ; en que la Materia en las ágoras del mundo también debía hablar. Y se inclinó respetuoso ante el cuerpo.
Dijo luego : "Tengo que dar algunas indicaciones sobre la construcción de la 'Aldea de las Pirámides', a pedido del 'hombre que no sabía quién era', quien me ha visitado dentro de la ESFINGE, y prestado su cuerpo para que pudiera llegar a los planos más densos de la Materia ". Como señal de que sus palabras eran exactas, recitó el poema escrito en los planos 'akásicos' por el 'hombre que no sabía quién era', titulado "Unipéndula".
Yo te canto ¡"Unipéndula"!,
con mis manos te he hecho,
que no son éstas ;
con setenta y dos mil hilos del aliento de vida
he trenzado tu cuerda,
que he amarrado a mi ombligo.
He probado mis fuerzas queriendo doblar tu arco
y, unidos, he lanzado mis flechas
de pensamientos forjadas ;
pero he herido.
Ahora sólo uso el SILENCIO como MATERIA.
. . .
Algunos jóvenes devotos que estaban en la Librería, se habían acercado e inclinaban sus cabezas atentas para no perder las palabras de Pitágoras. Sabian, por intuición, que era a ellos a quienes les correspondería construir y dar vida a la 'Aldea de las Pirámides'; pues era entre ellos donde estaban los matemáticos, físicos, músicos, ceramistas, exploradores y constructores de la nueva Aldea del Mundo.
PItágoras levantó la mano, con gesto amplio, como si retuviese entre sus dedos el módulo de la Pirámide, y con voz serena empezó a decir . . .
GODSUNO
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Fuente : Órgano de Cultura y Difusión del Centro de Orientación Filosófica. Marzo, 1975. Derechos reservados.
