Acuario : la era expectante
Entrega IV
EL HOMBRE QUE NO SABIA QUIEN ERA
ó
EL INICIO DEL GRAN MOVIMIENTO
Abrió lentamente los ojos : despertaba en la otra orilla. No sabía quien era . . . Sintió un cansancio infinito y experimentó lástima de sí. Aún creía escuchar, sibilante, la tempestad. En verdad reinaba aún en su interior, pero trocada ahora en calma. Los animales de su personalidad, abatidos, no se atrevían a moverse : sus ojos refulgían en la oscuridad, pero no se atacaban ya unos a otros, sino que todos estaban atentos a esa " Simplicidad esencial " que se había instalado entre ellos. Cada uno observaba como esa Simplicidad sin nombre empezaba a gobernarlos. La misma serpiente se sintió complicada con sus anillos y comenzó a desarrollarse, y halló que había alegría en ello.
El hombre que no sabía quien era, se levantó con todo su pueblo de elementales y se puso a observar el espectáculo de la orilla. En verdad era abigarrada la escena : próximo al lugar donde se hallaba había un hombre de pìel color aceituna, rodeado de una gran multitud. De manera graciosa se arremangaba el sayal, y a un palmo de las narices de sus espectadores hacía relucir piedras relucientes en sus dedos o ceniza en la palma de la mano,que hacía comer a su gente. Y así todos creían en él.
Más allá había otro grupo; en el centro una figura fuerte y luminosa, bañada de sol y aire, que recordaba al divino Ulises : " desenvainando la aguda espada, abría un hoyo de un codo por lado y hacía a su alrededor libaciones a todos los muertos . . . primeramente con aguamiel, luego con dulce vino y a la tercera con agua y espolvoreábala de blanca harina " .
Más distante, alcanzó a ver a un hombre de cabeza fuerte y reluciente como una bola de cebo. Era aquél un hombre duro.
Se dirigió a los suyos : " Los dejo envueltos en esta sábana de mierda ". Y se acostó y se echó a morir.
Vió también una columna humana que se movía delante de un mausoleo, donde habían momificado a su guía. Se llamaban así mismo "dialécticos" y eran momificadores !
No distante de este grupo había un hombre de mirada sin miedo, parecido a un Buda, que comía complacido bombas atómicas, como si fuesen galletas, para inspirar seguridad a su pueblo. En realidad, su pueblo era sano y alegre y las mujeres dulces como la ciruela.
Había también hombres sabios y santos, que pernoctaban bajo la sombra amable de los árboles que daban flor y fruto, rodeados de un número pequeño de discípulos, que más bien eran amigos,y a veces se llamaban entre sí hermanos. Aquellas eran comunidades gratas . . . . . . .
Finalmente, vió, solitario, un gigante, cubierto el cuerpo con piel de animal, de ojos almendrados y dulces como de niño, que se ocupaba, indiferente, de tragar "ruedas de molino". Ruedas tan grandes como las de las embarcaciones de los ríos : las creencias que aquellos diferentes grupos elaboraban y que ellos mismos no creían y las iban dejando de lado, él se las tragaba tranquilamente . . . . . . .
Al ver esto, ya colmado, el hombre que no sabía quien era se desmayó, y tuvo tres días con sus noches separado de su cuerpo. El gigante sintió lástima de él y cuidó de aquel cuerpo.
Al tercer día se levantó con su pueblo de elementales, a quien aprendió a amar y a gobernar y dijo al gigante que se adentraría al corazón de la Existencia, que dejaba la orilla de las cosas,y lentamente comenzó a moverse . . . . . . .
El gigante, que no había visto eso en mucho tiempo lo siguió, y todos los grupos que acampaban a la orilla se levantaron, y empezaron a moverse en dos inmensas serpientes que se abrían en espiral para abarcarlo todo, y se iban cruzando cada tanto, según la ley de su crecimiento, y nada quedó fuera de su trayectoria que abrazó al Cielo y a la Tierra.
GODSUNO
Fuente: Órgano de Cultura y Difusión del Centro de Orientación Filosófica. Mayo 1973. Caracas, Venezuela. Derechos reservados.
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