FILOSOFIA
Entrega XXXII
LA OPERACION DE HERMES
En el firmamento sólo se veía Venus y la Luna en menguante. El aliento del amanecer se elevaba empujando la niebla reunida en la colina, que dulcemente comenzaba a disiparse, descubriendo la inmensidad de la Gran Sabana. El 'hombre que no sabía quién era' se sumergió en las aguas de un pequeño río apacible, que discurría distraído en la arena sin llevar en mente un camino fijo. Sus pies palparon la arena, de grano perceptible, y pensó que aquel río era aún muy joven. Oyó el canto de algunos pájaros, pero no supo si aquello sólo tuvo lugar dentro de sí. Emitió, luego, un 'OM' profundo, que obligó al Sol a asomarse en el horizonte ; y unas manos inmensas, hechas del aliento del Sol, comenzaron entonces a purificar su cuerpo, animadas de un alegre humor. Sintió que abrían su cuerpo y soplaban dentro de él ; sacaron sus vísceras y temió que aquellas manos abrieran también su corazón, pero continuaron adelante y sólo aventaron papelillos relucientes que descubrieron en su cerebro.
Liviano ahora, como nunca, el 'hombre que no sabía quién era' siguió su camino, en busca de la 'Tierra de los Ancianos'.
La 'abeja dorada', que la Madre Naturaleza había tomado de su hombro para que le sirviera de guía, mucho tiempo atrás, había para entonces marcado el camino con dulces panales. Atravesó sucesivas colinas y numerosos ríos, hasta llegar a una montaña partida en dos por algún rayo, cuyas mitades servían de enfilación a la pupila del Sol.
A partir de aquí anduvo aún tres días con sus tres noches, cuando se encontró, dentro de un espacio rodeado de niebla, y a un palmo de sí, con un hombre que rastrillaba el suelo acompañado de un niño que tiraba de un hilo un caballito de madera.
El hombre aquel era de estatura elevada y llevaba un sombrero cónico hecho de paja, que proyectaba una sombra liviana en su rostro.
- ¿ Quién eres, y cómo has llegado hasta aquí ? - interrogole.
El 'hombre que no sabía quién era' no esperaba encontrarse tan inesperadamente con alguien, y menos con gentes que actuasen como si viviesen en ese ámbito vacío. Miró a su derredor, y no vió más que nieblas. Observó que lo miraban esperando su respuesta.
- No sé exactamente quién soy - dijo el 'hombre que no sabía quién era' , tras largo silencio . . . Desperté una mañana después de una tempestad muy fuerte. Los ríos se hincharon durante la noche y reventaron los diques. Para mi sorpresa me encontré a salvo en la cumbrera de un techo ; las aguas rugían debajo de mí y arrastraban conmigo toda la vieja conceptuación en la que había vivido. Poco recuerdo . . . y me es doloroso recordar . . . Las 'Jerarquías' me arrastraron a la fuerza, en una especie de Juicio, ante su Dios que me negaba a reconocer por injusto.
Toda aquella escena se desarrolló entre ríos de fuego y relámpagos que surcaban la noche de mi mente. Después, ya muy fatigado, me hallé en una mesa de operaciones, y ví el rostro de HERMES, el tres veces sabio, en mitad de mi entrecejo. El debía operar. Era una operación Topológica, según entendí, muy difícil, que me permitiría entrar y salir de mí como de un "bote de Klein", sin poder afirmar si ya estaba adentro o afuera, porque estos términos dejaban de tener sentido. Me acompañaba el 'Anciano Cuidador del Tiempo'. Al final de la feliz operación HERMES se dirigió a mí y me preguntó si prefería acompañarlo a él o quedarme con el 'Anciano Cuidador del Tiempo'. Mientras le expresaba mi deseo, veía su imagen alejarse en el espacio a través de las lágrimas que bañaban mi rostro.
El 'hombre de la niebla' extendió su brazo al 'hombre que no sabía quién era' y mirándole a los ojos le dijo :
- Te conduciré ante tí mismo - y seguido de niño se adentraron juntos aún más en la niebla.
GODSUNO
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Fuente : Órgano de Cultura y Difusión del Centro de Orientación Filosófica. Enero, 1976. Derechos reservados.
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