martes, 29 de junio de 2021

FILOSOFIA - Acuario : la era expectante - Entrega XVI



                      Acuario : la era expectante

                                                   Entrega XVI

                                     EL CUIDADOR DEL TIEMPO

                                     EN LA  ALDEA DE LAS PIRAMIDES

     El  'hombre que no sabía quién era' se inclinó tres veces ante las gentes reunidas frente a la pirámide que servía de reloj, al lado del anciano cuidador del tiempo. El efecto resultó, sin querer, gracioso, y estas gentes rieron. En ese momento se adelantó un niño y le tomó de la mano, y comenzaron a caminar juntos. El  'hombre que no sabía quién era' comprobaba que caminaba hacia adentro, agarrado de la mano del niño, y se sintió grande y que no tenía cuerpo; y no obstante toda la multitud empezaba a caminar dentro de él . . .

     Así llegaron a una pirámide hecha de arcilla policromada, estrechamente unida a otras dos menores. Entraron y hallaron a un hombre que los esperaba en mitad del ambiente, alto, expresión de la voluntad humana. Se sentaron en el piso, sobre esterillas decoradas con pájaros fantásticos y algunos cojines que recordaban flores de loto ; las paredes inclinadas se mostraban desnudas.

     Se abrió una puerta en el piso, que probablemente comunicaba con alguna de las pirámides menores, y aparecieron jóvenes que traían bandejas con frutas de apretada energía solar bajo la piel. Comieron sol y bebieron agua, así como una extraña poción extraída de una palmera, que en ese momento permaneció desconocida para el viajero. Posó,éste, luego, su mirada sobre el anciano que cuidaba del tiempo, y pudo observar que contemplaba al  león que reposaba a su lado, inadvertido para los presentes, y mantenía con él un diálogo mudo.

     Las cuatro paredes triangulares,hechas de la misma arcilla con que Dios hizo al hombre, se inclinaban sobre los allí reunidos, como la mano de los cuatro elementos, para prodigar la frescura de su sombra.

     El  'hombre que no sabía quién era' concentró su atención en las cuatro aristas que concurrían en el vértice superior, sobre su cabeza, e hizo que todo girase dentro de sí, una y otra vez, y comprobó que estaban orientadas según los cuatro puntos cardinales. Luego se sumió en un estado de profunda relajación y empezó a constatar que el campo electromagnético de la tierra experimentaba una alteración dinámica, que elevaba su intensidad y producía en el mismo campo un salto cualitativo.

     Aunque trataba de llevar a cabo su observación sin llamar la atención de los presentes, pues se gozaba de una alegre espontaneidad unida al momento, que no quería alterar, vió, a pesar de todo, vió que el anciano lo examinaba con una imperceptible sonrisa en los labios. Sus miradas se encontraron y el viajero se preguntó a sí mismo la edad que tendría ese anciano.Trató de estimarla y se elevó en vuelo de águila, en espiras cada vez más amplias, y su mirada no halló confines . . . Aterrado en el primer momento, bajó de picada a la reunión y se entregó de nuevo a lo inmediato: admiró los utensilios de barro y de cerámica vidriada  esparcidos por el piso, y descubrió en todos formas bellas. Pensaba que habría muchos artistas jóvenes entre los presentes, y trató de adivinar la afición de cada uno : la plástica, la música, la danza, la astrología . . .

     Nadie le preguntó de donde venía ni adonde iba, como si se considerase en aquel lugar que nadie podría ir o venir de ninguna parte !

   Salió a la puerta, pues quería saludar al Sol antes de que se retirase, y fué magnífico el espectáculo que se extendió a su vista el Sol jugaba con cada pirámide, que eran cientos, adornando con joyas de luz sus cuerpos polícromos.¡ No había dos pirámides iguales, como no hay dos narices iguales entre los hombres, no obstante haber sido construidas bajo las mismas leyes !
     Dió algunos pasos en la Aldea, y observó mujeres que llevaban cofias piramidales sobre su cabeza. Se alejó un tanto hasta la fresca vertiente de un río, y se encontró, súbitamente, con el anciano cuidador del tiempo, acompañado de un joven, quienes le indicaron la pirámide en la cual pasaría la noche.

      El  'hombre que no sabía quién era'  miró la faz del anciano y se perdió en el paisaje de su rostro. Vuelto a la superficie, le preguntó, a su vez, cuál de esas era su pirámide. El anciano sonrió, con la sonrisa de un niño, y con un ligero guiño en la mirada, le indicó un frondoso cotoperí,poblado por miles de pájaros, que comenzaban a recogerse en el árbol a la luz mortecina de la tarde.
                                                                                                                                                                                                                                         GODSUNO
                                                                                                                                                                                                                                         __________



Fuente : Órgano de Cultura y Difusión del Centro de Orientación Filosófica. Junio, 1974. Derechos reservados

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