Acuario : la era expectante
Entrega XIII
EL GRAN ALIENTO
o ENTRE LAS RAICES DE UN ARBOL
'El hombre que no sabía quién era' se impregnó de silencio ; se hizo amigo de él, y comprendió que todo estaba hecho de él. En verdad era grato estar en su contacto y ser conducido por el Silencio.
Al llegar la noche, el Silencio se expresaba con mil voces distintas, y su amistad se hizo más honda.
" ¡ Cómo fue necesario llegar hasta tí - le decía 'el hombre que no sabia quién era' - para poder comprender las voces de la Naturaleza ! Has entrado tan hondo en mí, que no sé, cuando te hablo, si eres tu mismo quien lo haces, y de esa forma te recreas. Asi eres de completo que nada queda fuera de ti ! . . . "
Sabía, ya antes del amanecer, que aquél sería un día promisorio. Se levantó con el Sol y oró, como el niño en la Colina : " Padre Sol que estás en la Paz . . . "
No terminaba aún de dirigirse al Sol, cuando vio con la gracia que resume todos los movimientos de la Naturaleza, a un león que se acercaba calmo y se acercó a sus pies.
Le invadió un sentimiento de seguridad y confianza, y, pasado un instante, siguió su viaje, uno con sus tres compañeros : el Silencio el Sol y el león.
Había momentos en que el paisaje se hacia inmenso, abarcante : las raíces de un árbol, cerca de una falla del terreno, formaba profundas galerías, en las que cada raíz era una columna. El agua de un río se apacible entre las raíces. Allí se recogió al mediodía. Aquella sombra amable, el frescor del río y la vida que se anunciaba a cada instante en los movimientos de los peces en el agua, le daban a entender que la Naturaleza, de momento en momento, iba creando sus moldes, y que esos moldes estaban hechos de paz. Miró su cuerpo, como si lo hiciese por primera vez, como un molde más, y se dedicó a estudiarlo. A medida que se adentraba en su conocimiento tornábase sabio.
Cayó su atención en el Aliento, y comenzó a discernir diferentes corrientes dentro de él. ¡ Era toda una ciencia compleja a la vez que sencilla, que le maravillaba !
Había corrientes de inteligencia sutil, prontas a dar respuesta a sus preguntas ; otras que le permitían ponerse en contacto con la presencia de las cosas, aún las más distantes . . . No era un respirar desde fuera y llenarse los pulmones, eso resultaba grosero ; era más bien un tactar y dirigir corrientes dentro de una respiración más amplia, que a todo sostiene, lo mismo al vuelo de un insecto como al movimiento de una estrella. Así pudo captar la diferencia entre su cuerpo y el del león, que posaba a sus pies : el de éste estaba hecho de una substancia más sutil, que vibraba más alto. Ensayó, luego, ponerse en contacto con el gigante solitario, allá en las colinas como conos truncados.
La comprensión se le hizo clara en un instante, como un relámpago que cubriese Edades : ¡ El gigante que comía ruedas de molino, era el mismo botero que saludara desde lo alto de una viga de aquel Andamio extraño que pretendía escalar el Cielo, el mismo botero que una vez le había pasado a la otra orilla, así como el viejo del bosque, que trocado en Dios le enseñó a reir !
Meditaba en esto, cuando el Sol inclinó su cabeza desgreñada entre las raíces,como entre las columnas de un templo, para indicarle que era hora de seguir camino.
GODSUNO
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Fuente : Órgano de Cultura y Difusión del Centro de Orientación Filosófica. Febrero, 1974. Derechos reservados.
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